martes, enero 09, 2007

EL OLVIDO QUE SEREMOS

Acabo de leer “El olvido que seremos” de Héctor Abad Faciolince y debo decir que es el libro más revelador y conmovedor que he leído en mucho tiempo y no por que sea el mejor escrito ni mucho menos. De hecho una de las tranquilidades que me deja su lectura es que me reafirma que eso no es, ni será nunca, lo más importante. Para quienes no hayan leído el libro, todavía, habla de la relación de Héctor Abad Faciolince con su padre Héctor Abad Gómez, quien fue asesinado en 1987. Lo importante para mi fue encontrarme con un padre ejemplar, como el mío, y con un hijo lleno de dudas sobre su talento (no del todo infundadas) como yo. Y aquí entro en el terreno personal porque es obvio que no soy quien para interpretar ciertas cosas y por no tirarme el libro, pero como, en mi caso, encuentro varios paralelos y estoy tan conmovido, se los voy a contar y de paso a hacerle un mini homenaje a mi padre.

Primero que todo y para contextualizar debo decir que Héctor Abad Gómez era un humanista, tal vez uno de los mas grandes que haya dado este país. Un hombre educado, culto, sensible al extremo, amante de la música clásica y de los libros, perteneciente a una elite por su formación y por su cuna. También era un adelantado a su tiempo y por eso fue incomprendido, no solo en sus luchas políticas, si no también en el trato personal con su hijo. Pero sobre todas estas cosas fue un hombre intachable. Al menos en el libro no se menciona nada que nos diga lo contrario.

Mi padre, en contraposición jamás pasó de la primaria, fue alcohólico, místico, soberbio, engreído y un celoso empedernido entre otras cosas… Lo curioso es que mientras Héctor Abad hijo habla por lo que vio de su padre, es decir: por el ejemplo. Esas cosas tan espantosas que digo del mío a mi no me toco vivirlas. Si las digo es porque me las ha contado y porque su mejor ejemplo de vida me lo trasmitió a través de sus grandes debilidades y sus errores. Obviamente al el le toco vivir otra historia, incluso mas dura, pero si estoy contando el cuento es porque logró salir adelante y vencer estos demonios de arriba y otros muchos de los que ahora no me acuerdo y de los cuales no me importaría hablar, porque son los que lo hacen mas humano y por ende son el punto de este post. Resumo en un párrafo pero que daría para una novela.

Mi papa salió huyendo del Tolima, junto a mis abuelos y mis tíos, debido a la violencia y vino a parar a Bogotá, a la última casa de Fontibón para ser más exactos. Lustró botas acá en Bogotá, sembró algodón en la costa, comercio paños de nuevo en Bogotá, se fue para Estados Unidos donde fue acomodador de carros y albañil entre otras cosas, hasta que encontró un negocio que le gustó y que le hizo pensar en montar su propia fábrica. De ahí en adelante viene una montaña rusa que va del éxito financiero a la quiebra una y otras vez y que terminó adivinen donde. Si señor en la quiebra!

Mi papa no sabe administrar…Es un enamorado de los negocios incurable. Los ve por todos lados, es un genio para imaginárselos, pero es incapaz de concretarlos. Su pasión es tan grande que sus pensamientos no pueden detenerse y cuando ve, por ejemplo, unas hierbas aromáticas “que podríamos cultivar en la finca”, se da cuenta que el negocio está realmente en el empaque que en este caso es pvc o termoencogible y que seguramente hace no se quien, y entonces se da cuenta que es mejor negocio la bandeja que es en icopor, pero que por eso mismo es anti-ecológica y conociendo, como conoce el, del asunto, se podría hacer en otro material mas barato pero que solo una persona importa al país y que por supuesto el conoce. Es entonces cuando descubre que el material ese no es que sea la última maravilla y que bien se podría fabricar en Colombia. Providencialmente conoce a un ingeniero recién salido de una multinacional ”que es una lumbrera!” y sabe mas de eso que nadie en el mundo, quien le confía que el verdadero negocio es ensamblar la maquina, ya que conoce a gente de un torno que a su vez….

Por ahí va la cosa y mentiría si les digo que no soy igualito. Por eso me espanta cada vez que esta conversación se repite. Mi consuelo es pensar que como mi mundo es totalmente opuesto al de las industrias, en que mi padre fracasó, ese temperamento, que para el es nefasto, para mí puede no estar tan mal. Ojala!

Todo va a que lloré un par de veces en que Héctor padre alienta a su hijo y con una tranquilidad, que viene del desprendimiento, del afecto, pero sobre todo de esa vocación humanista, le da ánimos para seguir adelante a su hijo que siempre esta tan extraviado y tan lleno de dudas acerca de la universidad, de su formación, de su talento, etc. El punto es que mi padre es ahora un hombre de 69 años, que como les digo, no tiene ninguna formación académica, ni una sensibilidad especial hacia el arte. Hace 25 años no va a cine, esta absolutamente convencido de que Charly García es la encarnación del diablo y para completar es uribista!. No ha escuchado ni una sola nota de la música que hago y aun así me apoya incondicionalmente, tanto como Héctor padre a Héctor hijo y aún mas. Y eso no lo puedo entender, sencillamente no me cabe en la cabeza y es la carga mas pesada que llevo a cuestas. Como entender la fe ciega? Y en mi! Como entender que esta persona que no tiene las herramientas demuestre semejante grandeza?

Obviamente no me puede apoyar económicamente en la medida de mis referentes, aunque de hecho lo hace y en gran parte gracias a ese apoyo es que puedo seguir haciendo lo que hago. Después del libro ya no me avergüenzo del momento que estoy viviendo. Puedo decir que tengo 28 años y que no tengo donde caerme muerto, ni carro, ni sueldo, que no soy famoso y que tal ves nunca lo sea. Pero que soy consecuente con el camino que elegí y que para mi padre cumplo como hijo y como ser humano y que eso ya es mucho para mí. Eso si no podemos compartir un libro, ni hablar de filosofía, ni de política, ni de nada… A mi papa solo se le puede escuchar y son siempre los mismos temas: la finca y los negocios que nunca serán, siempre con las mismas palabras y las mismas cuentas en la servilleta del café de turno. Yo siempre lo escucho -seguiré haciéndolo- y cada vez lo miro como queriendo entender como cabe tanta grandeza en este hombre tan elemental pero la verdad es que no entiendo.

P.D Por aquello de la fiebre de sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes en la noche, mañana y tarde ahí va el soneto de Borges de donde se desprende el título del libro.



EL OLVIDO QUE SEREMOS

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.

8 comentarios:

juan dijo...

...andrés, te dejo aquí un testimonio (el segundo de dos) que escribí en el blog a propósito de un libro que cada vez afecta a más lectores porque cada uno lo lee desde el ángulo en que su vida escribe una carta al padre.
pd/ disculpa la extención cariño.
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miércoles, noviembre 22, 2006

EL OLVIDO QUE SEREMOS EMPIEZA A DEJAR RECUERDOS.
La presentación del libro de dos veces Héctor Abad. Y contar que el corazón sabe recordar.

AYER

Ayer fue el bautizo de El Olvido que Seremos, el libro que nos saca de Amnesialand; ese lugar donde todos prefieren el olvido porque disipa lo malvivido. Ayer, después de haber cerrado las páginas de un libro que tengo abierto en el pecho me encontré con las líneas vivas de historias de muertos que, como dijo Abad recordando a Fernando González, no son ausencias sino presencias porque han estado vivos con vigor en labios de esa familia que escribe la palabra Dignidad con cada letra de decir Memoria.
Cuando Literatura y Realidad se encuentran el mundo gira de maneras extrañas y te cambia hasta las entrañas: lo que para alguien afuera de esta geografía y de los periódicos con los que crecí será una novela sobre las posibilidades e imposibilidades de ser humano, resulta ser la biografía de tantos que no se llaman Héctor Abad pero que podrían voltear a mirar escuchando este nombre porque esta también es su historia.
Ayer en la Torre de la Memoria, en la sala Manuel Mejía Vallejo todos estaban presentes (incluso los ausentes) celebrando la vida de poder contarnos esta historia que jamás debió ser escrita, porque jamás debió vivirse. Y volví a ver los rostros de tantos a los que leí allí entre frases que el valor, el cariño, el dolor y la tinta convirtieron en personajes de libro. Y me encontré con Héctor Abad Gómez y Marta Abad Faciolince entre hermosas canciones tristes de Coral y bellas melodías alegres del cuarteto que debió ser quinteto de Claudia Gómez, Pilar Posada y las demás que tenían cruzada una amiga en la garganta.
Ayer escuché el llamado a los Recuerdos de Mañana: cuando los pájaros sean algo que todos los cielos extrañen (Y el día esté lejano, advierte Barba Jacob) y tengo presente que el futuro es algo que ya empezó mientras en la presentación de aquel libro no respirábamos aire sino amor. El amor después del amor.
Ayer Héctor Abad Gómez lucía su última camisa blanca. Ayer Héctor Abad Faciolince vestía de negro pero no eran de luto su abrazo y su mirada. Y recordé que lloré en la librería apenas en la línea de empezar. Y esas lágrimas primeras que desde el epígrafe estuvieron conmigo dieron paso a sonrisas también en ciertos pasajes después de dejar cierta rabia atrás y al final me quedé con la sonrisa de saber que personajes entrañables como las que trae El Olvido... son personas nacidas del corazón y no de la imaginación. Como tantos sueños nacidos en Medellín, que es ciudad y también cicatríz.
Ayer estuve allí entre los tantos que ahora son, además, páginas de libro y los apretaba con cariño la misma mano que los escribió. Ayer recordé lo que el viento del olvido nunca se llevó: All We Need Is Love.

juan dijo...

extensión, extensión

Pietá dijo...

También me impactó el libro y lloré como tonta en algunos capítulos. En parte por mi propia historia con un padre que me causa hace muchos años más dolores de cabeza que sonrisas, pero al que le debo aprendizajes fundamentales y que quiero aún a mi manera, porque en el fondo sé que su larga cadena de errores y metidas de pata tuvo al inicio la intención de darnos (a mis hermanas y a mí) cosas que en sus circunstancias eran insostenibles. Y bueno, después se acostumbró a embarrarla y de un tiempo para acá, causándonos múltiples perjuicios.
Me dolió el libro por eso, y por las inquietudes que golpean mi cabeza a diario, y por la violencia de este país, y porque es triste que muera el idealismo, y porque nos hace falta mirarnos y hablarnos con franqueza.

Liliana dijo...

Tu papá debe sentirse orgulloso de ti. Si eres capaz de tanto asombro y de tanto agradecimiento, es porque se lo merece.
Ya te conozco un poquito más.
Un abrazo

PALA dijo...

¡Qué alegría haber acertado en mi predicción!.
No por la felicidad de sentirme Nostradamus, sino por la comprobación de que lo compartido hace que me pueda aventurar a imaginar con algún grado de certeza, lo que puede conmover a tu corazón sensible.
¡Me alegra que te haya gustado!

teceo dijo...

Me mandaste a leerlo... bueno, ya te contaré.

Maleja CR dijo...

pues he leido y releido esto que escribe y la verdad tengo que decirle que la fe ciega no nace a ciegas, nace del amor con el que usted asume su vida... a veces es mejor no tener carro, sueldo, becas... pero tenerse a si mismo, creer en lo que se hace y salirse de lo que tenemos que hacer, que muchos hacemos y no nos hace tan felices como nos dijeron.

Jaquehurtado dijo...

Por lo que leo nuestros padres no gozan de mucho prestigio, sin embargo y por eso de llamarse padres terminamos siendo generosos, a tal punto de perdonarles lo imperdonable. Además, el amor, ese extraño sentimiento que sale no sé de dónde ni porqué, no ayuda mucho.
En fin, el hecho es que puedo llorar aún sin leer "el olvido que seremos"